3 mar 2017

Asesinos sin rostro



Asesinos sin rostro 


Asesinos sin rostro es la primera de las novelas escritas por Henning Mankell dedicadas al inspector Wallander. Este autor es considerado el padre de la novela nórdica.

Argumento

Kurt Wallander atraviesa uno de los momentos más sombríos de su vida personal (sus relaciones familiares son un desastre, está ganando peso, bebe mucho y duerme poco), cuando debe ponerse al frente de la investigación del asesinato de un apacible matrimonio de ancianos en una granja de Lenarp. El marido ha sido horriblemente torturado y la mujer muere estrangulada poco a poco, con el tiempo justo de pronunciar antes de morir la palabra «extranjero».
 Kurt Wallander y sus colegas deberán enfrentarse no sólo a un asesino muy especial, que tiene la sangre fría de alimentar a los caballos del establo después del crimen, sino a una comunidad irascible, presa de insospechados prejuicios raciales.




Wallander sabe de sobra que la pacífica apariencia de algunas personas oculta a veces un auténtico monstruo, de modo que no se hace ilusiones acerca de la sociedad en la que vive...

Personajes:  




Kurt Wallander es uno de los personajes claves en la novela negra de finales del siglo XX. Inseguro y desbordado por la vida cotidiana, Wallander se nos muestra como un ser humano de carne y hueso, incapaz de sobrellevar lo que se espera de él como persona y a duras penas como policía. Sin duda, es el personaje que lleva todo el peso de la narración, aunque otros secundarios, como Rydberg, sean de gran importancia.




El lector se identifica con Kurt Wallander porque, como hemos indicado anteriormente, tiene un perfil muy humano. Si hay algo que los inspectores protagonistas de las novelas policíacas, negras o de suspense suelen tener en común, es una vida personal complicada y un sexto sentido que les hace seguir la pista correcta o atar cabos en momento de lucidez. El protagonista de la novela que nos ocupa tiene de las dos cosas en grandes dosis. “Asesinos sin rostro” trata sus relaciones interpersonales, sobre todo con el padre, el propio divorcio del policía y su caída personal mientras trata de aguantar su trabajo, su vida y el contacto con una hija que empieza la serie de libros completamente alejada de su padre.

Reseña  

La novela se mueve bien en todo lo relacionado con la investigación del caso: testigos, toma de declaraciones, búsqueda de pistas, trabajo en equipo, deducciones, etc. Todo muy a la vieja usanza, pero correctamente documentado, sin interrupciones en el ritmo y de fácil seguimiento por el lector.
Esta es una novela sencilla, ágil de leer. Los capítulos no son excesivamente largos y con una narración dinámica. El autor se recrea bastante en las descripciones de las zonas y el clima.




El autor también consigue recrear de forma totalmente creíble el trabajo policial, con sus altos y bajos, su método de trabajo, su persistencia, con momentos de euforia al ir aclarando incógnitas y de desesperación cuando le conducen a un punto muerto. No hay prueba de ADN, ni huellas dactilares, ni rastros de tierra, porque esta es una investigación a la antigua: preguntando a testigos e investigando relaciones. Además, el caso se extiende durante meses.
Hay otros temas complicados como el alcoholismo, la demencia senil, las difíciles relaciones entre un matrimonio separado y la pérdida de contacto con la juventud.




“Asesinos sin rostro” no es un libro para los amantes de la acción frenética, pero la violencia existe de una manera física y espiritual. El asesinato que da el punto de partida es brutal. Mankell plantea la muerte como una gran experiencia pictórica. La violencia sin sentido, llena de rabia, es la que plantea la mejor sensación de angustia. El desconocimiento, el miedo a lo desconocido, planea por toda la obra. 



El argumento no es rebuscado, ni tampoco la resolución del crimen. Quedan cabos sueltos, sobre todo con las motivaciones del asesinato y el modus operandi.
En la misma línea, también hay miedo a los desconocidos, ya que el fantasma del racismo y de la pérdida de los valores socialistas suecos es una de las constantes en el libro. De Suecia tenemos la idea de un país poco menos que utópico. Frío, sí, pero democrático, tranquilo, seguro y con una gran cobertura social. Mankell nos muestra a través de la investigación de Wallander la otra cara. Una Suecia en la que también existen problemas: una clase campesina que subsiste a base de duro trabajo, juego, drogas, una política de inmigración ambigua y brotes xenófobos. Siempre asociamos a Mankell con la novela negra, cuando él tiene una carrera de ayuda social y un compromiso con la sociedad, y lo refleja en sus obras, aunque sean policíacas.







Henning Mankell  Estocolmo, Suecia, 1948- Göteborg,2015

Nació en Estocolmo en 1948. Se casó con Eva Bergman y dividió su tiempo entre Suecia y Mozambique. 


 
Tuvo una exitosa y variada obra, pero es mundialmente conocido gracias a la serie protagonizada por el inspector Kurt Wallander, novelas que han recibido numerosos premios y que han sido llevadas al cine y la televisión.


La serie completa está compuesta por “Asesinos sin rostro”, “Los perros de Riga”, “La leona blanca”, “El hombre sonriente”, “La falsa pista”, “La quinta mujer”, “Pisando los talones”, “Cortafuegos”, “Antes de que hiele” —protagonizado por Linda Wallander—, “Huesos en el jardín”, “El hombre inquieto” y “La pirámide”; junto a otras doce obras, entre ellas el thriller titulado “El chino” y el relato autobiográfico “Arenas movedizas”.





 

 Admirador de John Le Carré y de William Shakespeare, en especial de “Macbeth” -obra que el propio Mankell define como el mejor texto criminal de todos los tiempos-, con resonancias, por supuesto, de la pareja Maj Sjöwall y Per Wahlöö, este autor sueco de corazón africano se reveló en los años 70 en su país como uno de los novelistas de género más importantes.




Más allá de sus fronteras, Henning Mankell tuvo que esperar varios años para que sus historias, en particular las policiacas, encontrasen resonancia fuera del nórdico país escandinavo.
Su última publicación es “Un ángel impuro”, en la que una mujer sueca llega a regentar un burdel africano.

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