12 ene 2017

La Pianista



La Pianista 



Elfriede Jelinek

Biografía

De padre judío checo (el apellido Jelinek, significa "cervatillo" en checo). Friedrich Jelinek, químico de ascendencia judía, había sobrevivido al nazismo gracias a que sus investigaciones revestían una importancia capital para la industria bélica. Fallece prematuramente dentro de una clínica psiquiátrica en 1969.Su madre, vienesa de clase acomodada.
Desde muy temprana edad aprendió música y estudió composición en el Conservatorio de Música de Viena. Tras diplomarse en 1964, realizó cursos de Teatro e Historia del Arte, mientras continuaba con sus estudios musicales. 



 
Muy pronto debe abandonar la universidad, pues su grave estado psíquico la conduce a un aislamiento absoluto: durante todo un año jamás sale de su casa. En los setenta, empieza a encontrar su lugar en el mundo: obtiene su diploma de organista en el conservatorio, gana premios por sus piezas radiofónicas, y se casa con Gottfriend Hüngsberg.
 En 1967 interrumpió sus estudios y comenzó a escribir. Lírica y textos en prosa aparecen en antologías y revistas literarias, antes de la publicación de su primer libro 'Wir sind Lockvögel baby” (“Somos reclamos, baby”) en 1970.



Elfride perteneció al Partido Comunista Austriaco de 1974 a 1991, y gran parte de su trabajo se puede inscribir en la sofisticada tradición lingüista de la crítica social.
Se hizo popular por su novela “Las amantes” (1975), que conquistó al público de lengua alemana. Otras obras suyas sobresalientes son las novelas: “Los excluidos” (1980), “La pianista” (1983), “Deseo” (1989), “Los hijos de los muertos” (1995) y “Obsesión” (2000); el libro de poemas “Las sombras de Lisa” (1967); las obras teatrales “Lo que ocurrió después de que Nora abandonara a su marido” o “Pilares de la sociedad” (1979), “Nubes”, “Hogar” (1988), “Una pieza deportiva” (1998), “La Central” (2003).
Controvertida y polémica, Elfriede Jelinek fue ganadora en 1998 del Premio Georg Büchner, la más alta distinción de la lengua alemana.
'La pianista', la obra en que se basa la película de Michael Haneke, fue editada en castellano por Mondadori a principios de los noventa, al igual que 'Los excluidos'. 'La pianista' obtuvo el Gran Premio del Jurado en Cannes 2001.




Aclamada y controvertida, las obras de Jelinek se mueven entre la prosa y la poesía, e incluyen descripciones que van desde escenas teatrales a secuencias fílmicas. Jelinek ha entrado también en el terreno radiofónico, así como la traducción al alemán de autores estadounidenses, Thomas Pynchon entre ellos, y actualmente reside entre Viena y Múnich.



 Décima mujer galardonada con el premio Nobel de Literatura, y segunda de nacionalidad austriaca, lo obtuvo en 2004 por «el flujo musical de voces y contravoces en sus novelas y obras de teatro». Cuando se enteró que había recibido el máximo galardón literario–lo que significó una especie de azote o flagelo que la justicia poética arrojó sobre la Austria más conservadora–, Jelinek expresó: “Es un gran honor, pero siento más desesperación que alegría”. Por supuesto, después no acudió a Suecia, alegando que la exposición pública podría hacerle mal. En otras palabras, la vulnerabilidad asociada con una negativa radical a doblegarse ante las convenciones de la industria cultural.

Temáticas y polémicas

 Como sus compatriotas Elías Canetti y Thomas Bernhard, sus obras han sido desde un comienzo un auténtico mazazo para la sociedad austriaca que, según Jelinek está dominada por la hipocresía de la clase pequeño burguesa. Su declaración de 1980 “Austria es una nación criminal” refiriéndose a las conexiones de dicho país con los nazis, así como al catolicismo rígido y mentiroso, no le valió precisamente la simpatía de sus compatriotas. En cada novela se ocupa de destacar la situación de su país como una sociedad altamente xenófoba y clasista. Ha manifestado "vergüenza" de ser austriaca y apuntaló que el Nobel ha sido concedido a su obra, no a su nacionalidad, que considera "un accidente".

Entre sus preocupaciones figuran la crítica social, el análisis de la condición de la mujer y el desarrollo de un lenguaje propio, muchas veces devenido en verdadero protagonista de sus obras.
Feminista a ultranza y defensora de las ideas de la izquierda, Elfriede Jelinek ha sufrido en su país el ataque de los partidos de derecha y, tras la llegada al Gobierno de Jörg Haider, sus novelas y obras teatrales, han sido calificadas como anti-arte o como pornografía roja. “No me imagino nada más absurdo que personas vivas en un escenario", aseguró en su día la autora.
Su instrumento de reivindicación es la escritura, Da la vuelta a los tópicos feministas más sobados y lo hace, eso sí, sin perder de vista la diferencia y desigualdad. Sus obras más recientes son variaciones de uno de sus temas básicos: la falta de habilidad de las mujeres para ganar visibilidad en un mundo en el que están delineadas como estereotipos.



 Jelinek considera que debe hacerse frente al caos de una sociedad patriarcal dominada por el sexo, el cual, como elemento vertebrador, parece ser tan sólo productor de podredumbre. Y para ponerla de relieve nada mejor que llevar la situación hasta extremos casi insoportables donde los personajes parecen perder su naturaleza de humanos para ser bestias.
El sexo es reiteradamente presentado en sus textos desde la perspectiva de herramienta de dominio, poder ante el cual sucumbe el ser por su naturaleza sexuada, poder que (se) pretende ejercer sobre otros en ejercicios de seducción – privación – castración.


 

La profesora de "La pianista" y la joven pianista de "Los excluidos", son mujeres atormentadas, con marcados indicadores de patología psíquica.
Knut Ahnlund, miembro de la Academia argumentó que la escritora representa la "pornografía (que) se ha infiltrado en ofertas culturales respetables y aceptadas.
De todas maneras, la acusación de "pornografía" no es una descalificación justa ni muy acertada en estos tiempos.




 Engdahl explicó que leer a Jelinek es "difícil" porque en su obra "no hay un narrador simpático en el que pueda descansar el lector". En su literatura no hay lugar para la piedad ni para sentimientos tibios. No hay condescendencia ni disculpas para la negligencia, la puerilidad y la ignorancia. Solo es posible una toma de posición empática con el relator (la escritora), que es quien nos está abriendo la puerta a mundos donde las ficciones contienen entramados simbólicos que reflejan realidades sociales y subjetivas angustiantes y rechazables, cuando no desesperantes.


La pianista (Die Klavierspielerin) es una novela publicada en 1983 por la editorial Rowohlt.
Argumento





La protagonista de “La pianista” es Erika Kohut, una profesora de piano del conservatorio de Viena. Erika ronda los 40, pero aún vive con su madre, desde el "destierro" y la muerte de su enfermo padre.
Su dominante madre le obligó a tocar el piano y está frustrada bajo su control emocional y sexual, pues no le deja ni comprarse la ropa por sí sola. Erika no posee ningún espacio privado, ya que el dormitorio que habita no se puede cerrar con pestillo. Erika anhela prendas nuevas. Como no puede conseguirlas, intenta destruirlas. De manera compulsiva las roba, aunque, presa del miedo, arroja el botín en el siguiente basurero.
El objetivo de la madre es desde un principio hacer de su hija una estrella, controlar todos sus movimientos y no perderla de vista para asegurarse a sí misma una compañía. La carrera de piano en solitario resulta ser un fracaso, por lo que acepta un puesto como profesora en el conservatorio.




Para la mujer, ya jubilada, el dinero de Erika es la esperanza para la inminente adquisición de un piso propio en el cual pueda seguir viviendo con su hija.
La madre considera que Erika le pertenece y no consiente prácticamente ningún intento de socialización, especialmente las relaciones con los hombres. Si su hija llega tan solo 15 minutos tarde a casa, no la deja tranquila hasta que ésta le cuenta el motivo del retraso.
Periódicamente, Erika organiza pequeños conciertos y obliga a los alumnos a asistir con sus padres; de lo contrario, los alumnos reciben malas calificaciones. Por supuesto, también la música, que en opinión de su madre debería incrementar el valor de su hija, se convierte en una carga para Erika, ya que su madre le exige demasiado.
 En el abrazo agobiante de su madre, Erika muere mentalmente. Esto provocará una represión brutal en la profesora de piano y todo tipo de perversiones sexuales y fantasías autodestructivas, por no hablar de la terrorífica relación amor-odio entre madre e hija.
Erika acude a Peepshows (espectáculos voyeur) y contempla a desconocidas mientras ellas se dedican al tráfico de sexo en los parques de Viena. Pero eso no le aporta la suficiente satisfacción.


 
Prater de Viena



 A veces, cuando su madre no está, Erika acude a conciertos por las tardes, conduce al anochecer al Prater de Viena y pasea por la zona. Su objetivo es el Jesuitenwiese. Avanza sigilosamente hacia una pareja y observa su acto sexual.








A menudo, la profesora de piano espiaba a sus alumnos, pero se sorprendía, por ejemplo, al ver los carteles de las películas de contenido pornográfico en el cine Metro-Kino de la calle Johannengasse. Tan solo había visto este tipo de cine pornográfico en dos ocasiones, ya que prefería las representaciones.
Además, Erika tiene en todo momento junto a ella una hoja de afeitar envuelta con cuidado. Con ella se hace cortes en el dorso de la mano o en los labios vaginales frente a un viejo espejo que su padre utilizaba para afeitarse.
 Erika sólo es una mujer perturbada profundamente y envuelta en una relación sadomasquista con su madre y con el mundo.
Cuando uno de los alumnos de piano de Erika, el deportista comprometido y estudiante de electrónica Walter Klemmer, decide conquistar a la profesora, a ella le supera. Luego de algunos escarceos, le escribe una carta en el que le propone una relación sado-masoquista que lo perturba profundamente. Este individuo es una persona algo ambigua pero que va terminar siendo cruel y lleva la relación a un desenlace muy brutal.


Crítica


La pianista es una de las obras más significativas de Jelinek y puede incluirse en la literatura actual que trata la relación madre-hija. Novela corta y muy intensa en emociones. Es la sobrecogedora relación de amor y odio entre ellas.
La obra, es, según la propia Jelinek, su texto más personal y lacerante a la vez. Erika no es guapa. Si quisiera serlo, la madre se lo prohibiría de inmediato. Erika estira en vano sus brazos hacia el destino, pero el destino no hace de ella una pianista. La arroja contra el suelo como viruta de madera.
La asfixiante presencia y el despiadado egoísmo de esta madre, que controla todos los resquicios vitales de su hija –con quién cruza una mirada, qué come, cómo viste, a qué hora llega a casa– desembocan en la completa anulación de Erika, en la condena a una existencia anodina y grisácea, desprovista de todo atisbo de emoción: un fluir vacuo de rutina sistematizada que, en el fondo de sus entrañas, atormenta sobremanera a la profesora y sus instintos libidinosos apagados desde hace décadas.




Madre e hija tienen escenas de tremenda brutalidad, pero también está el contrapunto de la escena en que Erika se arroja en la cama sobre la madre, y la cubre de besos. Hecho que ella   interpreta como "cochinadas", besos casi sexuales, y trata de quitársela de encima. Erika no parece odiarla conscientemente, sino más bien todo lo contrario.
 Pero esa madre la ha convertido en una reprimida incapaz de sentir no solo deseo sino incluso el menor placer. Es un pedazo de hielo. Ni siquiera cuando se automutila con cuchillas, observándose con frialdad, es capaz de experimentar una sensación, aunque sea de dolor.


 Walter Klemmerer es uno de sus alumnos más aventajados. Klemmerer es joven, fuerte, atractivo, simpático, amante de la naturaleza y excelente deportista; representa el universo de los sentidos, aquél que le ha sido negado sistemáticamente a su profesora.
Podría ser también esa historia de "amor" tan sui géneris entre Erika y el joven Klemmer, quien desea posearla, y olvidarla. Son escenas tormentosas, en las que el joven se somete no de buen grado a los caprichos de la profesora, a la cual admira por sus conocimientos musicales.
A lo largo de la novela se iría incrementando la tensión entre ambos con escenas de sexo y violencia, siempre desgarradoras. En un momento dado, al conocer los terribles deseos masoquistas de Erika él se derrumba y le pierde el respeto y el amor, hasta llegar a satisfacerla en sus deseos, cuando ella ya no lo deseaba.


Se suele decir que Elfriede Jelinek es una escritora feminista. Ella afirma que toda mujer capaz de pensar no es otra cosa que una feminista. En sus obras, y especialmente en La pianista, las mujeres no son meras víctimas del sometimiento masculino, sino que asumen el rol de cómplices.
 Jelinek critica el sexo masculino y pinta con cierto victimismo a la mujer, siempre objeto de los caprichos del hombre brutal. Se trata de una novela sobre relaciones de poder, usando como metáfora el sexo. Poder de la madre sobre Erika, de Erika sobre Klemmer y viceversa, sobre Erika y sus alumnos, con los cuales es dura y exigente, poder de los hombres sobre las mujeres, etc...
Pone en evidencia lo que es capaz de lograr un exceso de exigencia de perfección, como el de la madre hacia su hija, "un genio", el exceso de amor, que transforma a los hijos de esa madre terrible en inútiles sociales, además de crear un vínculo de dependencia psicológica traumático.


Textos:


Un detalle interesante es la ubicación de la escritora con relación a su (s) texto (s). Ella parece estar siempre a una distancia prudencial de los personajes, a los que observa, juzga, y en la mayoría de los casos desprecia. La distancia le permite intervenir en muchos momentos ampliando el campo donde ha situado la escena, mostrando el escenario de inserción del o de los personajes, en una combinatoria espacial y temporal. Es como un científico que observa el accionar de especímenes que conoce profundamente, pero que no dejan de asombrarla.
Jelinek no mira a sus personajes con frialdad; por el contrario, los mira apasionadamente... pero las pasiones que le despiertan son pasiones negativas -para decirlo de alguna forma-: rechazo, desprecio, odio.
Su estilo de escritura se caracteriza por el uso del tiempo presente, la frialdad y desapasionamiento en la descripción de hechos terribles, y, sobre todo, de los sentimientos y emociones más extremos, la abundancia de metáforas y símiles extraordinarios para caracterizar sucesos cotidianos (que provocan una impactante sensación de extrañamiento), la crítica sin concesiones tanto a las relaciones entre sexos, como al capitalismo, a su propio país, Austria, etc...


Es tan implacable que es imposible no sentir desasosiego leyendo sus líneas. Pero aporta una nueva visión y rompe los esquemas en un panorama literario aburrido, mediocre y acomodaticio. Elfriede no exagera un ápice cuando asegura que la furia es el motor a partir del cual nace su escritura. La furia forjada por las injusticias, del tipo que sean.


La película de Haneke

 Música: Martin Achenbach Fotografía:Christian Berger.



“La pianiste” (conocida en España como La pianista y en Hispanoamérica como La profesora de piano) es una película franco-austríaca de 2001 dirigida por Michael Haneke y protagonizada por Isabelle Huppert y Benoît Magimel. Su guion, escrito por el propio Haneke, es una adaptación de la novela homónima de Elfriede Jelinek.
Se estrenó el 14 de mayo de 2001 en el Festival de Cannes, donde consiguió el Gran Premio del Jurado y su pareja protagonista fue galardonada con los dos premios a la mejor interpretación.
En favor de Isabelle Huppert, huelga decir que realiza una interpretación sobresaliente, dando vida a uno de los personajes más complejos de la filmografía de Haneke. Con sobriedad, elegancia y mesura es capaz de encarnar a la desagradable Erika Kohut. Además de su excelente interpretación, es ella la que toca el piano.

Premios y nominaciones


Festival de Cannes Palma de Oro Michael Haneke  Mejor actor: Benoît Magimel Mejor actriz: Isabelle Huppert.         
Diciembre de 2001 Premios del Cine Europeo Mejor actriz:Isabelle Huppert .     
Diciembre de 2001Festival Camerimage Rana de oro a la mejor fotografía.         
2001 Gremio ruso de críticos de cine Mejor película extranjera. Mejor actriz extranjera Isabelle Huppert.        
Febrero de 2002 Premios BAFTA Mejor película de habla no inglesa Veit Heiduschka.
Mejor actriz secundaria Annie Girardot 2002 Premios César.
Festival Internacional de Cine de Seattle 2002 Mejor actriz Isabelle Huppert.      
Junio de 2002 Premios del Cine Alemán Mejor película extranjera                       
Julio de 2002 Festival de Cine de Pula Mejor actriz - Película extranjera            
Marzo de 2003           Premios Independent Spirit   Mejor película en lengua no inglesa 






 La música en la Pianista


Haneke considera, que a veces la música no es utilizada en el cine como se debería. Él no la usa para ocultar ciertas lagunas argumentales ni personajes mal construidos, como podrían hacer (y de hecho hacen) otros directores. Define la música como el elixir de la vida, y afirma que en el cine no debería utilizarse a la ligera:
Michael Haneke


  ““La vida sin música sería difícil de soportar. Es el mayor placer que alguien puede experimentar. De todos los artes, la música es el que más se acerca al cine. La literatura y el teatro son importantes, por supuesto, pero la música es un factor decisivo en una película, y puede hacer que ésta triunfe o fracase.” “La música de Bach puede acercarte al cielo, a algún lugar entre el cielo y la tierra”.
Haneke no introduce la música de forma aleatoria en este film. Un buen ejemplo lo encontramos en la secuencia más insospechada: mientras Erika se dirige a la cabina de visionado de películas porno, la acompaña el Piano Trio Nº2, II. La belleza y la sordidez van de la mano a ritmo de uno de los compositores más sobresalientes de principios del siglo XIX: Franz Schubert.
Pero éste no es el único compositor que Haneke ha elegido: Schumann, Chopin y Bach completan la banda sonora, en sus diferentes estilos. Las piezas de éste último fueron extraídas de la novela de Elfriede Jelinek, el resto de composiciones fueron elegidas por el director.
Se trata, por tanto, de una película que desprende calidad por los cuatro costados. Muy recomendable para el espectador si busca una gran interpretación, una buena historia o simplemente una magnífica banda sonora. En mi opinión, los tres componentes que conforman una buena película.


 Enlaces sobre la película:

 Características






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