11 oct 2016

Elisabeth de Austria-Hungría. Parte I



Elisabeth de Austria-Hungria de Ángeles Caso

El libro Elizabeth emperatriz de Austria-Hungría o el hada maldita”, de Ángeles Caso es una biografía novelada en forma de supuesto diario de Elisabeth de Austria- Hungría. A esta primera aproximación al personaje, siguió, en 1997, Elizabeth de Austria-Hungría Álbum privado
A través de los catorce breves capítulos de esta obra que combina la información biográfica con la gráfica y literaria, Ángeles Caso desmitifica la imagen ñoña de la emperatriz Sissi, que hasta ahora conocimos por el cine. 

 



Personalidad de Elisabeth de Austria-Hungría

 

Elizabeth no fue la princesa almibarada y tierna, un poco desvaída, que se muestra en las películas de Romy Schneider que en la década de los 50 hicieron creer a las niñas que de verdad existían los cuentos de hadas. Años después, la actriz volvería a interpretar a Sissi en Luis II de Baviera, dirigida por Luchino Visconti, aunque de una manera muy distinta a la trilogía “Sissi, Sissi Emperatriz y El destino de Sissi”.
No es tampoco la dulce heroína de los cuentos editados por Bruguera, ni es la princesita de los dibujos animados que se emitieron en los 90, con motivo del aniversario de su muerte.
  Elizabeth fue una mujer rebelde, de extraordinaria inteligencia, que nació antes de tiempo y que vio con absoluta clarividencia cómo el gusano del tiempo corroía las frutas podridas de los Habsburgo, uno de los últimos imperios europeos.



Fue una mujer compleja y extraña, escéptica hasta el nihilismo, irónica hasta el sarcasmo y libre hasta el capricho.
Fue guapa,  culta y seductora. Estaba insatisfecha y melancólica.
Jamás se doblegó a ninguna imposición. Detestó los palacios y la corte. Odió las convenciones y las normas. Despreció la frivolidad. Huyó de las ceremonias y los actos sociales. Creyó que el matrimonio era una esclavitud. 

 


 



 
Sissi tuvo unas manías y unas características bien especiales: le gustaba montar a caballo, se hizo instalar un gimnasio en Palacio para practicar anillas, coleccionaba fotos de mujeres hermosas, le gustaba la caza del zorro, era capaz de caminar horas y horas sin dar muestras de cansancio Y aprender  esgrima.
A Sissi le gustaban los caballos y los sentía muy cerca: a Dominó o a Nihilista. También sentía predilección por los perros, en especial Shadow, quien habría de acompañarla durante muchos años, y por los papagayos.
Ttenía un pelo larguísimo que le ocasionó dolores de cabeza y de espalda y, sobre todo, se obstinó en mantener la misma figura toda la vida. Medía 1,72 cm, nunca sobrepasó los 50 kg y mantuvo 40 cm. de cintura. Bebió grandes jarras de cerveza en las tabernas. No apreció mucho la vida.




Fanny Angerer fue su peluquera y hay que decir que no era una tarea fácil porque el pelo de Sissi caía como una cascada. Ella se pasaba el día peinándose, operación que duraba más de dos horas. Se lavaba la cabeza cada diez días y esa operación, que duraba doce horas, hacía que tuviera que suspender todos sus actos, oficiales y personales. Mientras la Emperatriz se sometía a las sesiones de lavado y peinado, aprendía húngaro. 

Pocas veces posó Sissi para los pintores, pero lo hizo dos veces para Xavier Winterhalter en 1864 quien la pintó, en un retrato, con los cabellos sueltos -es el que presidió el despacho del Emperador- y, en otro, con el pelo recogido y un vestido de ensueño, que es el retrato oficial de Sissi. Tendría que cambiarse cuatro veces de vestido, lo cual tampoco era fácil: el vestido se debía coser directamente sobre el cuerpo para que no hiciera arrugas.


No obstante, no fue una mujer vanidosa y veleta. Acaso tuvo un par de amores, el conde Andrássy y Middleton, pero fueron más imágenes platónicas que amores consumados.
Elizabeth siempre estuvo muy preocupada por los manicomios, quizá por la locura evidente de algunos miembros de la familia Wittelsbach. Ella misma temió por su cordura.

La muerte, a nuestra emperatriz, no le hurtó desgracias. Primero fue su hijita de dos años, Sofía, también su cuñado Maximiliano, quien emprendió la locura de ser Emperador en México y fue fusilado -el caso de su esposa Carlota, enloquecida-, y sobre todo,  su querido Rudi.
Rodolfo fue un muchacho débil, enfermizo, que se dejó influir y que, enfermo de gonorrea, adicto a la morfina, no pudo aguantar el peso de la vida y se suicidó en Mayerling junto a su amante María Vetsera. María Vetsera, una niña que para mayor vergüenza era hija de una antigua amante suya, que se dejó  matar por él, antes de que Rodolfo se suicidara. Quería una compañía agradable para el más allá.
 A su esposa Estefanía de Bélgica la había dejado estéril al contagiarle la enfermedad venérea que padecía y que Sissi creía que era una cistitis- el 30 de enero de 1889. A esta muerte brutal la antecedió la de su primo, el loco, Luis II de Baviera, el 13 de junio de 1886, por quien Sissi sentía una gran afinidad.

Fue una mujer enfrentada a su propia soledad, obsesionada por sus propios fantasmas; de ahí quizá esa obstinación en seguir caminando, en seguir viajando, en correr, en huir de sí misma. Ello le procuró fama de “narcisista, histérica y anoréxica”, una leyenda negra que le acompañó para siempre.

Elisabeth nunca se resignó a su suerte y jamás se plegó a ella. Fue una emperatriz caracterizada “por su nula imperialidad”, debido a su extraña naturaleza, amante, sobre todo de la belleza y la libertad. Su reacción fue negarse a ser lo que le exigían que fuera, rechazar los deberes propios de su cargo, evitar los actos oficiales, alejarse de Viena, resistirse a ser mirada, esconderse de la gente, tratando de conservar su propio “yo”. Cuando lo creyó oportuno, cubrió su rostro con velos y abanicos y prohibió que nadie le hiciese fotos. 




De todos sus destinos errantes fue Grecia el favorito. Adoraba la cultura griega. Era una gran conocedora de la mitología, la filosofía y la literatura helénicas, a las que, además, pudo acceder en su lengua original. A partir de 1888, estudió largas horas de griego, tanto antiguo, para leer a los clásicos, como moderno, para poder hablar con la gente del pueblo. En Corfú, edificó un palacio y le puso el nombre de “Aquilleon”, el héroe homérico que veneraba. También compró su propio barco (adoraba el mar, tanto como las montañas), al que llamó “Miramar” y al igual que los marineros se hizo tatuar un ancla en su hombro.


 
Heinrich Heine Poeta

 Aprendió  también húngaro, admiró a Lord Byron, a Shakespeare (se identificó muchísimo con la Titania de “El sueño de una noche de verano”, a Homero, a Esquilo. Sobre todo admiró a Heine, de quien recibió influencias a la hora de escribir sus dos poemarios:“Cantos del mar del Norte y Cantos de Invierno”. La mayor parte de estos poemas están dedicados a la naturaleza, aunque algunos son críticos a la aristocracia, a personajes de la corte y a algunos políticos y mandatarios extranjeros. La Emperatriz confió su obra al presidente de la Confederación Helvética para que fuese publicado al cabo de 60 años de su muerte. También confió la gran totalidad de su fortuna en la Banca Rothschild en Suiza para que sus allegados pudiesen vivir bien en el exilio. Tuvo una certera visión de futuro.





Desdeñó a los nobles, a los reyes, a los militares y a los papas. Se confesó anticlerical, antimilitarista y antimonárquica. Aborreció la política, aunque conoció a muchos hombres de estado y políticos de todas las tendencias. Un día le dijo a Christomanos, su profesor de griego, esta verídica frase “Los políticos creen conducir los acontecimientos y son los  acontecimientos los que los sorprenden a ellos”. 
Sin embargo, tomó parte de forma más o menos directa en las luchas que se desarrollaban alrededor del trono entre neoabsolutistas y liberales. Ella intuyó el cambio político y supo ver qué había detrás de los nacionalismos. Tanto  cuando viajaron a Venecia en 1856, cuando fueron tan fríamente recibidos o  como cuando defendió la causa húngara, a raíz de su amistad con Andrássy.  Es más, Sissi aprendió húngaro, tuvo dos damas y amigas húngaras, Ida Ferenczy y María Festetics.
Gracias a ella, sin duda, en 1876 se firmó el Tratado de Reconciliación por el que se concedía la soberanía parcial a Hungría y Sissi y su esposo fueron coronados reyes, lo que le costó el odio de los sectores más conservadores.


Budapest

Triunfadora, Elisabeth, en vez de aprovecharse, huyó con más intensidad aún de la vida pública y de las intrigas políticas. Mientras Viena sufría un proceso de embellecimiento y modernización, a imitación de París, la emperatriz eligió como su verdadero hogar, el palacio de Gödöllo, cerca de Buda, en su querida Hungría. Se dedicó con fervor al cuidado de su “niña húngara”, Maria Valeria, nacida en 1868, cuya paternidad las malas lenguas atribuyeron al conde Andrassy.
  
 
Imperio austrohúngaro

Fue un estado europeo nacido en1867, tras el Compromiso Austrohúngaro que reconocía al Reino de Hungría como una entidad autónoma dentro del Imperio austríaco.

Historia
La creación del Reino de Hungría en el año1000, convierte a éste en una potencia en Europa, sin embargo, los constantes ataques de los turcos otomanos lo debilitaron a lo largo de los siglos XIV y XV.

Tras la muerte de Luis II de Hungría en1526, el trono quedó vacante formándose un gran pleito por el mismo. El emperador germánico Fernando I de Habsburgo trataría de pactar con el húngaro Juan I Szapolyai deTransilvania, también contrario al  coronado nuevo rey de Hungría.
Posteriormente, Hungría quedaría separada en tres partes: una como el Reino Húngaro, gobernada por los Habsburgo; otra como el Vilayato de Buda después de la ocupación otomana en1541, gobernada por los turcos; y desde1570, la tercera como el Principado húngaro de Transilvania, que era vasallo de los otomanos.
Dicha separación del reino de Hungría se mantuvo a lo largo de casi siglo y medio de constantes batallas entre germanos, húngaros y turcos.
Los territorios húngaros bajo el control de los Habsburgo continuaron poblados y manteniendo su cultura, aunque con el tiempo fueron adoptando ciertos rasgos germánicos. Los húngaros de Transilvania eran en su gran mayoría protestantes; los de los territorios turcos católicos y protestantes, y los de los territorios bajo control germánico eran fervientemente católicos.
Esta pugna religiosa resultó un arma perfecta para los príncipes húngaros de Transilvania, quienes buscaban reunificar el reino. Sin embargo, todos sus intentos fracasaron y después del intento de los turcos en 1683 de invadir Viena, la Liga Santa expulsó definitivamente a los otomanos de los territorios húngaros.
En 1686 el emperador germánico y rey húngaro Leopoldo I de Habsburgo, junto a su comandante el príncipe Eugenio de Saboya reconquistaron la ciudad de Buda. Después continuaron presionando a los ejércitos turcos, hasta que finalmente  abandonaron  el reino en1691. A partir de este momento, todo el territorio húngaro, incluyendo Transilvania, estuvo bajo control del Sacro Imperio Romano Germánico, lo cual generó una serie de guerras de carácter independentista.
El príncipe húngaro Emérico Thököly condujo una revuelta alrededor de 1690 su hijastro, Francisco II Rákóczi también príncipe húngaro de Transilvania, condujo una guerra entre 1703 y 1 711, que se vería sofocada por Leopoldo I, y tras su muerte por su hijo José I de Habsburgo. 

Francisco José I
Tras dichos intentos independentistas Hungría se mantendría sin conflictos durante más de un siglo, permaneciendo como parte del nuevo Imperio Austriaco que surgió tras la caída del Sacro Imperio Romano Germánico en1805. Hungría se alzó nuevamente durante la revolución en los estados alemanes en1848, enalteció el nacionalismo y la independencia de los estados europeos y el rechazo al poder austriaco de los Habsburgo.
De esta forma, el 25 de marzo de 1848 las calles de Buda se llenaron de gente, poetas e intelectuales, políticos y militares que protestaron contra el emperador austriaco  de Francisco José I. Las revueltas húngaras fueron sofocadas con la intervención del Zar ruso, El fracaso de la revolución desencadenó una serie de ejecuciones de generales y dignatarios húngaros.




Tras la Guerra Austro-Prusiana de1866, donde el Imperio fue derrotado junto a Baviera por Prusia, Austria perdió la posibilidad de convertirse en el eje que articulase la unificación alemana y su papel central lo ocupó definitivamente el Reino prusiano.

Surgimiento

Las aspiraciones autonomistas húngaras y los dignatarios de aquel Reino aprovecharon la situación enviando una comitiva encabezada por Francisco Deák,  la cual le exigiría a Francisco José el establecimiento de un Parlamento en Hungría, junto a más facilidades, libertades y autonomía.
De esta forma, en 1867, ante la amenaza de una nueva sublevación húngara, el emperador austríaco firmó el tratado conocido como el Compromiso y con ello surgiría la monarquía dual austrohúngara.
Fue también el asentamiento definitivo de la política de los Habsburgo en sus dominios, que se extendían por Hungría, Bohemia, Moravia y otras regiones del este de Europa en lugar de los distintos estados alemanes.
Una década después, se anexaron al imperio austro húngaro los territorios turcos de Bosnia-Herzegovina y Novipazar. En1878 se firman acuerdos y alianzas con el Imperio Alemán e Italia cuatro años después.
El Imperio Austro-Húngaro estaba conformado por 11 estados además de Austria y Hungría: Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Bosnia, Serbia, Montenegro, Rumanía, República Checa, Polonia, Ucrania y los territorios italianos de Trieste -Triestino. 



A partir de 1892 el Imperio Austro-Húngaro vive una serie de reformas importantes: comienza a circular la corona de oro y se legisla sobre un nuevo  sistema de votación.

Gobernantes

El Emperador, de la familia de los Habsburgo, era el jefe de los dos estados, sería entonces el Emperador de Austria y Rey de Hungría; motivando así a los territorios de Austria.
 En Hungría esta denominación no fue fácilmente aceptada, requiriendo el gobierno de Budapest que el monarca fuera designado separadamente como "emperador" y "rey" atendiendo a que Hungría tenía oficialmente el rango de reino, para designar los asuntos de todo el imperio.
La esposa del Emperador recibía el título de Emperatriz y ostentaba la representación del estado del mismo modo que una Reina o Primera Dama. Las dos emperatrices que tuvo Austria-Hungría fueron:





 Opinión sobre el libro de Ángeles Caso

Aparentemente Sissi escribió un diario que pidió quemar tras su muerte, para que nadie lo pudiera leer. Ángeles Caso ha escrito este libro como si ella hubiera tenido el diario de la Emperatriz en sus manos, y ha sacado del diario días señalados de su vida, a veces con hasta 5 meses de diferencia, para contarnos la vida de Sissi, los acontecimientos históricos del momento y sus más profundos sentimientos, hasta el día de antes de morir, en el que le escribe una carta a su hija María Valeria.

Más que una novela histórica, es una novela intimista. Ángeles Caso se centra más en los sentimientos y estados de ánimo de la emperatriz que en los fastos que presidió. La autora retrata muy bien el presentimiento de la protagonista de estar viviendo los últimos años de un imperio carcomido, que duraría sólo lo que durase la vida de su marido. Y se equivocó sólo en dos años.



Elisabseth de Austria-Hungría es uno de los tópicos más extendidos y con menos fundamentos del siglo XIX.  Vivió en la corte de Viena, con una etiqueta asfixiante y con unos niveles de hipocresía que destacaban en un siglo de por sí hipócrita.
La vida de la emperatriz osciló como un péndulo entre dos posiciones: el aburrimiento y los disgustos.




 Al final Sissí, sin sus principales seres queridos, cansa a su pobre séquito en un viaje sin fin. Cuando no le queda más remedio, vuelve a Viena. Budapest le pareció cuando la conoció, una ciudad bellísima. Un palacio impresionante dominando la ciudad y el río, pero sombrío, como el ánimo de la emperatriz que tanto amó a Hungría y tanto fue amada por esa nación.
Su final, fue también muy trágico: el asesinato.

 Enlaces:
https://www.youtube.com/watch?v=-za5lZfiQUw Película de Sissi en español













































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