7 may 2016

Bella del Señor



Bella del señor forma parte de una saga compuesta por cuatro obras maestras: Solal (1930), Comeclavos (1938), Los Esforzados (1969) y Bella del Señor (1968).

 
Argumento
 
Situada en Ginebra y Francia, en 1936, en una época en que el antisemitismo alcanza en Alemania su paroxismo, esta novela relata, con lirismo romántico unido a su ironía feroz, la relación exasperada entre Solal, judío, alto funcionario de la Sociedad de las Naciones, y Ariane, la aristócrata aria casada con un subordinado de Solal, desde su encuentro hasta la agonía final, pasando por la conquista, la pasión y la implacable degradación de los sentimientos.
 Para combatir la saciedad, los amantes recurren a todo tipo de métodos: celos retrospectivos, humillaciones morales y todas las recetas eróticas; este libro de amor es también un retrato de los horrores de la carne.






Reseña
Este escritor singular ocupó altos cargos en organismos internacionales con sede en Ginebra, tarea que le permitió conocer desde dentro (y aprovecharlas como hábitat de sus ficciones) las glorias y miserias de la alta burocracia internacional. Cohen fue creando su obra, al comienzo, en el confinamiento de su parcela burocrática, y luego, en la soledad de su memoria.
 Bella del Señor podría ser calificada como un libro  de la construcción del amor y su minuciosa destrucción por los celos. Es "una búsqueda del absoluto a través del amor", pero una búsqueda conscientemente destinada al fracaso.
La relación amorosa entre Solal (alto funcionario de la Sociedad de Naciones en 1936; judío, como el autor) y la refinada Ariane (esposa de otro burócrata de menor nivel y ambición desmedida) tiene tres etapas definidas: la del gozoso adulterio; la unión estable, rutinaria, casi conyugal; el estallido y la vicisitud de los celos.

 
 Para Cohen, el amor es, en más de un sentido, la consagración de la apariencia. El placer amoroso hereda así una obligada dependencia con respecto a la pericia en el disimulo, la idoneidad en la hipocresía. Se trata, por supuesto, de un placer refinado, impecable, casi mundano; un placer que de alguna manera viene con la etiqueta de su clase y su nivel sociales. Esto no implica que Solal o Ariane se ahorren ninguna de las posturas y variantes (corrientes o insólitas) del catálogo erótico de todos los tiempos, pero sí que las lleven a cabo en un contexto de pulcritud.
Cohen adereza toda esa hipérbole con un formidable sentido del humor, y el juego amoroso cede la prioridad al menester de la ironía.  Solal se burla no sólo de su amante, del marido de ésta (el lamentable Didi) o de los subordinados y colegas internacionales, sino también de sus propias proezas de amor.


Toda la novela es una bofetada conceptual al esquema romántico del tratamiento amoroso y también a la cursilería que puede alcanzar la mundanería casi voluptuosa del quehacer diplomático, gracias sobre todo a un claro dominio del oficio y del lenguaje. La novela tiene pasajes de notable calidad literaria, entre los que cabe destacar la descripción del señor Daume o la del entorno judío del protagonista.
Si algo cabe objetar es la aparatosidad descriptiva y el gigantismo oral en las larguísimas enumeraciones de sexo explícito, o las repentinas y agobiantes tiradas (cada una de 20 o 30 páginas) de elucubración poco menos que ensayística, que a menudo frena el devenir narrativo. La repetición y la insistencia se vuelven particularmente agobiantes cuando la historia desemboca en la andanada de los celos.

Cohen nunca abandona el solio y la jactancia de autor omnipotente. Su  ambigüedad se refleja en el esmerado odio con que manipula el amor, su repulsa  hacia sus criaturas. Su relación con sus personajes (salvo cuando se refiere a Mattathias, Comeclavos y el resto del clan familiar y judío) es incriminadora y despiadada, a tal punto que el lector llega a mirarlos con piedad.

Bella del Señor es, sin embargo, una lectura ineludible,  porque desarrolla un enfoque inexpugnablemente original del amor. Tanto por el análisis de los celos como por el relato de la seducción o por su pesimismo radical, casi metafísico, respecto al mito del amor puro, Albert Cohen, en esta búsqueda del Absoluto a través del amor, nos ha dejado páginas que pertenecen ya a la leyenda. 


Abraham Albert Cohen (1895-1981)



Escritor suizo de origen griego, descendiente de una familia sefardita (Coen) y de expresión francesa.
Su obra más conocida es la novela Bella del señor (1968), gran premio de novela de la Academia Francesa, aunque hay quien considera Comeclavos (1938) su obra más lograda.
Perteneció a la comunidad judía de Corfú. Su familia, dedicada a la fabricación de jabón, decidió emigrar a Marsella cuando la fábrica empezó a decaer y el antisemitismo crecía en la isla. En Francia fundaron un comercio de huevos y aceite de oliva. El escritor evocaría ese periodo en Le libre de ma mère.
Inició su educación en 1904 en el liceo Thiers, un centro privado católico. El 16 de agosto de 1905 es llamado «sucio judío» en la calle, hecho que relatará en Ò vous frères humains. En 1909 inicia amistad con Marcel Pagnol y en 1913 termina el bachillerato con la mención «assez bien».
Trabajó en la Sociedad de Naciones en Ginebra siendo ésta su principal ocupación. Desarrolló su carrera literaria con largos periodos de silencio.
Su narrativa es de gran coherencia al estar centrada siempre en los mismos personajes: Solal y su pintoresca familia.


 


Enlaces para ver película "Bella del Señor"





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