14 mar 2016

Orígenes de los cuentos de terror



                                                                    

                                                                Historia de los cuentos de terror

     Se conocen cuentos de miedo desde siempre, desde la más remota antigüedad. Este tipo de historias o leyendas se alimenta primordialmente de los diversos miedos naturales del hombre. Los anglosajones lo llaman "cuentos de lo sobrenatural", pues se basan en el miedo al Más Allá.

     Relatado por los viejos del lugar al amor del fuego en noches propicias, el cuento de miedo es elemento típico del folklore de los pueblos, y ha sido sin duda una de las primeras formas culturales de la humanidad, tan antigua como la épica, la magia y la religión.
 
      Los dioses y demonios, los buenos y malos espíritus, los monstruos, leviatanes, magos y adivinos,  a través de los mitos, leyendas y epopeyas mitológicas, han asustado al hombre a lo largo de toda la Antigüedad, en culturas tan dispares como las de la India, Japón, Mesopotamia, América del Sur, Antigua Grecia, pueblos nórdicos, celtas, etc.
 
 
 















En la literatura de la Grecia Clásica, encontramos relato de terror. El último canto de la Ilíada,  está impregnado de una atmósfera casi sobrenatural, en la que el dios Hermes se comporta como un espectro poderoso, omnipresente y protector. En la parte central de la Odisea, nos adentramos en un mundo a veces fantasmagórico, con amenazas como la de la diosa Circe (cuya descripción coincide con la de las brujas arquetípicas de toda la literatura posterior), y monstruos antropófagos como Polifemo.

 




 












 Hay cientos de cuentos y leyendas, basados en tabúes de todo tipo, procedentes de todas  partes del mundo y de todas las épocas. Uno de los mitos más antiguos es el vinculado con la muerte y la resurrección.
En la Edad Media hay todo tipo de supersticiones que versan sobre ogros, aparecidos, brujas, duendes, vampiros, hombres lobo y otros seres malditos. 

 


 




 













 
En todos los países se ha asustado siempre a los niños con los demonios indígenas respectivos, y más en concreto en los de habla hispana, con las distintas variantes de El Coco, El Hombre del Saco, el Chupacabras y el Sacamantecas.
Las antiguas herejías, la larga tradición de la alquimia, las ciencias ocultas y las sectas prohibidas, inspiraron igualmente multitud de fábulas y narraciones orales y escritas; historias genuinas y deformadas en infinitas versiones.




 Obras mayores del género
 
Los antecedentes inmediatos hay que buscarlos en la llamada novela gótica, que floreció en la segunda mitad del siglo XVIII y primera del XIX, en tierra de nadie entre nacionalismo y romanticismo.
La narrativa gótica era de procedencia anglosajona. Los grandes novelistas góticos, entendieron por sobrenatural un tétrico submundo poblado de nobles atrabiliarios, espectros aulladores y monjas ensangrentadas, pululando preferentemente por lóbregas catacumbas de castillos medievales marcados por alguna oscura maldición, convenientemente subrayada a cada paso por rayos, truenos y centellas de tormenta. 

 

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